Page 353 - Germán Horacio
P. 353

Germán Horacio



            siempre  que  quisiera,  a  los  verdes  luminosos  de  nuestra

            "tierrina", a los grises nostálgicos de nuestro cielo, a las escenas

            más tradicionales de nuestro costumbrismo y nuestro folklore,

            surgido  todo ello  de  los  pinceles de Germán  Horacio  que  supo

            captar  admirablemente,  con  la  sensibilidad  del  extraordinario

            artista  que  llevaba  dentro,  y  a  pesar  de  los  años  trascurridos

            fuera  de  ella,  escenas  de  esta  Asturias  que  le  vio  nacer  y  que

            llevaba  grabada  en  su  alma  profundamente.  En  aquella  casa

            donde  podía  escuchar  cosas  como  estas:  "¿Quies  tomar  un

            cafetín?"  o  "¡  Neñu  !  Pero  vas  a  marchar  tan  pronto?".  Aquel

            escenario,  aquellos  protagonistas  y  aquel  modo  de  decir  las

            cosas  eran  para  mi  tan  queridos  que  hoy,  cuando  me  pongo

            delante  de  la  maquina  a  improvisar  estas  líneas,  me  invade

            nuevamente la nostalgia que soy incapaz de explicar porque hay

            momentos de la vida que se sienten tan dentro de uno, que se

            esconden  entre  los  resquicios  de  nuestra  alma  de  tal  manera


            que,  por  mucho  que  lo  intentemos,  nunca  seremos  capaces  de
            saber  expresar  con  palabras,  aunque  el  corazón  los  esté


            gritando desesperadamente.



            Germán Horacio, todo modestia y sencillez, estaba orgulloso de

            su obra, pero con ese orgullo intimo, huérfano de vanidad, de los

            grandes  y  verdaderos  artistas.  Siempre  que  iba  a  su  casa  lo

            encontraba con el lápiz en la mano, llenando cualquier papel de

            trazos firmes y sugerentes. En mi última visita y a pesar de que

            la enfermedad casi podía ya más que él, todavía tenía fuerzas

            para estar creando continuamente y esa vocación le acompaño

            hasta  el  final,  dándole  fuerzas  y  alentándole  para  soportar  la

            pesada  y  larga  cruz.  Porque  luchar  contra  la  enfermedad


                                                         353
   348   349   350   351   352   353   354   355   356   357   358