Page 354 - Germán Horacio
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Germán Horacio



            siempre es duro, pero cuando a todo ello se le añade lejanía y

            añoranza,  nostalgia  y  sentimiento,  sensibilidad  y  recuerdo,  la

            carga puede ser tan dura que casi es imposible de soportar. Pero

            Germán Horacio dejaba escapar todos estos sentimientos y los

            echaba a volar al cielo de su inspiración logrando que, sin estar

            aquí, en esta tierra a la que tanto amaba, Asturias se asomara a

            su vida y a sus horas a través de unos colores y unos trazos, de

            unos pinceles y unos lienzos que él iba llenando con pedazos de

            su alma, y así poder amarla en la distancia.



            Una  de  las  cosas  que  más  me  consuela  en  estos  momentos

            dolorosos, es el haber colaborado en la realización de uno de sus

            sueños más queridos. Que una de sus obras esté hoy colgando de

            las  paredes  del  Museo  Jovellanos,  de  ese  museo  que  lleva  el

            nombre  del  ilustre  patricio  gijones,  cuyos  restos,  durante

            nuestra  guerra,  fueron  rescatados  y  custodiados  por  Germán


            Horacio,  con  verdadero  celo.  Las  cartas  que  le  escribieran
            nuestro  alcalde,  don  Luis  Cueto  Felgueroso  y  don  Antonio


            Martín, director del museo, con ocasión de aquella donación, me

            consta  que  le  emocionaron  grandemente  y  me  comentaba  en

            nuestro último encuentro la enorme ilusión que le produjeron,

            así como los comentarios aparecidos en la prensa de "su Gijón".

            No quiero hablar aquí de su biografía, pues al dar la noticia de

            su  muerte  ya  fue  comentada  con detalle  en  las páginas de  EL

            COMERCIO. Solo quisiera añadir a estas líneas escritas un poco

            deslavazadamente, con la emoción brillando en mis ojos, en esta

            mañana  del  dia  de  San  José,  luminosa,  preludio  de  una

            primavera que está llamando ya con insistencia a las puertas del

            tiempo, que la muerte de Germán Horacio, estoy seguro, habrá


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